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Hoy era el gran día, estaba a unos minutos de ir a dar a conocer el nombre de los tributos afortunados de cada distrito. Me encantaban las cosechas, ver los nuevos rostros de los tributos y la cara de nervios de los habitantes por que su nombre no saliera en el sorteo.

Mi cabello estaba de un tono rosa y mi piel seguía púrpura como siempre, siempre era la Effie deslumbrante de todos los días. Había comenzado a carrerear a todos para no perder tiempo, siempre estaba bien puntual a todo lugar donde asistía.
Llegué al distrito 8 viéndolo, estaba igual que siempre, y los habitantes llegaban y llegaban para ocupar sus respectivos lugares. Miré las urnas con los papeles que contenían el nombre de cualquier chico que estaba entre la multitud. Subí al escenario mirando a todos y sonreí a todo las personas.

-Bienvenidos, bienvenidos-dije con una sonrisa aun y moviendo las manos con una extrema felicidad, cada vez me emocionaba más- Bienvenidos a los septuagésimos quintos juegos del hambre, y que la suerte esté siempre, siempre de su parte!- dije como de costumbre y me puse enfrente de la primer urna y esperé la señal de que ya podía empezar con lo mío.

-Chicos es hora de iniciar la cosecha y ver quienes serán nuestros tributos para representar a el distrito ocho- miré de frente una vez más y caminé a la urna de las chicas – Las chicas primero- Sonreí y metí la mano en la urna, saqué un papel y lo abrí.

Leí el nombre y levanté la vista acercando el micrófono para que se escuchara fuerte y claro.
-Ammber Townsend- dije y miré a la chica que se acercaba- ¿algún voluntario?- levanté la voz pero nadie se prestó a voluntario.

-Es el turno de los chicos- aclaré y fui hasta la urna de los chicos y metí la mano sacando un papel y leí el nombre.

-Trent Gray- anuncié y vi al chico que salía de entre la multitud esperé hasta que subiera al escenario.
Los miré a ambos y los presenté a todo el distrito.

-Ammber Townsend y Trent Gray son nuestros tributos representantes del distrito ocho de los septuagésimos quintos juegos del hambre, les deseamos la mejor de las suertes- sonreí.

Había dormido completamente bien, regularmente hoy era el día en que nadie podía dormir, era el “gran día de la cosecha”, el peor día de todos y a mi no me podría importar menos, era un día más en el estúpido calendario, un día más en este horrible lugar, esperaba que este año al menos me eligieran a mi, no era divertido ver matarse a los tributos cuando yo no estoy presente. Desde que tengo uso de la razón yo siempre he deseado entrar a los juegos, aunque mi madre nunca apoyó mi idea, es una de las razones por las que no fui con ella a la aldea de los vencedores, quiero mis propias ideas y pensamientos.

Sentí el sol entrando dando directamente a mis ojos – Joder!-dije parándome enojada hacia la ventana y cerrándola hasta que toda la habitación se quedara a oscuras, o mínimo lo que quedaba de oscuridad. Sabía que no faltaba mucho para la cosecha y todos teníamos que ir con nuestro mejor atuendo, sin embargo yo siempre había odiado vestirme presentable, yo amaba mis chamarras de cuero y mis pantalones aunque las personas me miraban extraño, en el distrito 8 cuando una chica viste de pantalón se le mira extraño, tonterías imbéciles que se hacen solos en la mente, yo tenía que cambiar su estúpida manera de pensar.

Fui hasta mi armario y lo abrí, sabía que hoy no podía tener mi orgullo de siempre, por más que lo odiara tenía que ir presentable a la cosecha. Miré los vestidos todos eran de las rodillas para abajo, eran comunes en el distrito pero yo no era nada común. Tomé un vestido negro y unas tijeras que tenía en el tocador y lo corté hasta que quedara por arriba de las rodillas. Jamás haría ropa tan hermosa como mi madre, o la que antes era mi madre antes de dejar toda su vida por ir a la aldea de los vencedores.

-Ojalá me escojan para que pagues- susurré, la única manera de hacer sufrir a mi madre era cuando yo estaba en peligro, hoy mi nombre tendría que salir en esa cosecha, de otro modo me tendría que prestar a voluntaria.

Me puse en vestido con rapidez y agilidad, me puse unas zapatillas, al capitolio le gustaba ver que las chicas llevaran zapatillas y eso lo veía todos los años en los pies de la ridícula representante: Effie Trinket.
Solté mi cabello, no necesitaba peinarlo con una simple sacudida se veía bien, o presentable al menos, y eso era lo que querían.

Yo:

Estaba a punto de salir de la casa cuando vi la imagen de mi exnovio y yo tomados de la mano sonriendo. El había muerto en los juegos del hambre, había sido la única persona que había querido, tras su muerte me volví una persona odiada por la mayoría del distrito, fui solitaria pero eso me convirtió en una superviviente. –Algún día, no muy lejano, vengaré tu muerte- fueron las ultimas palabras que dije antes de salir azotando la puerta detrás de mi.

Todos iban tomados de la mano con su familia, algunos me veía pero no decían nada, conocían la historia, no puede haber muchos secretos aquí en Panem, es como el lugar donde todo se sabe.
Llegué hasta el centro y esperé a que me formaran donde debía estar, chicas de 17 años. Todas estaban con miedo, llorando, veía tanto pavor que me hizo sonreír inconcientemente, todo esto era de alguna forma divertido para mí.

Escuché el “bienvenidos” de la tipa rara presentadora e inmediatamente sabía que seguía, el aviso de que no debíamos revelarnos. Todos los años lo pasaban como si fuéramos retrasados, ¿acaso lo éramos?, yo no le veía el chiste a ver eso, así que me limité a mirar mis dedos mientras acababa, siempre era aburrido el comienzo de las cosechas.

El video llegó a su fin y la tipa de peluca fue hasta la urna de las chicas, tocaba ver quien representaría al distrito este año. Todas cerraban los ojos con miedo de escuchar su nombre mientras que yo estaba de lo más tranquila. Ella sacó el papel de la urna y leyó el nombre.

Ammber Townsend.

Todos conocían ese nombre en el distrito, algunos por parte del apellido ya que conocían a mi madre, la ganadora, otros porque yo y mi orgullo jamás pasaban desapercibidos. Sentí las miradas en mi y lo que hice fue hacer una media sonrisa y me di vuelta hacia mi izquierda.

-Quítate, déjame pasar- dije a una chica empujándole el brazo con mucha brusquedad. Sabía que en otras circunstancias habríamos empezado una pelea, no era raro, siempre iniciaba peleas en el instituto, pero ahora en sus ojos en vez de reflejar furia reflejaba pena, compasión, y..¿Lástima?.

Estúpidos, ¿Por qué sentían lástima por mí? Eso me enojaba mucho, no necesitaba su estúpida lástima.
Caminé hacia el escenario seguida de los agentes de la paz escoltándome, me sentía acorralada.

-Ni que me fuera a escapar, idiotas- susurré a los agentes y ellos medio sonrieron, entendían la poca importancia que le daba a esto y claro mis palabras para ellos fueron de gracia porque yo podía escaparme a la perfección, era una de las razones por las que semanas atrás había visto a ciertos agentes espiando en mi casa, sabían de lo que yo era capaz, quizá el único nombre en la urna era el mío repetido una y otra vez. Por alguna razón me querían allí en los juegos, esa razón podría ser mi madre.

Llegué hasta Effie y miré al público que me miraba aun con lástima, intenté desviar la mirada pero no pude, así que mi concentración se fue hacia Effie.

-Tan ridícula como siempre- dije seria, estaba segura de que por la presión Effie no había escuchado, pero algunos agentes de atrás lo habían echo y aunque no podía ver sus rostros, sabía que les había sacado una sonrisa.

Vi como Effie decía el nombre del voluntario chico y salía un chico entre la multitud, alto y con un gran rostro, al menos este año no me había tocado un mal compañero, lastima que tendría que matarlo. Este año podían ganar 2, pero yo no quería dejar mi victoria a medias, por ello era morir o ganar yo sola.

Miré a mi compañero y le di la mano como acostumbraban a hacer, estaba normal no veía ni miedo ni alegría, parecía tan neutral como yo. Escuché las palabras de Effie y solté una risa leve –Joder! Como vamos a tener suerte cuando estamos apunto de ser enviados a nuestra muerte?- pregunté, no me podía quedar callada. Sentí la mirada asesina de Effie y la mirada de mi compañero, seguida de unas manos detrás de mí, unas manos conocidas, mi madre.

Quizá quería hablarme, o quizá no, pero no podría serme de menos importancia, alejé las manos de mi y miré los ojos de mi madre –No quiero tus sermones y menos ahora- dije y di la vuelta para entrar directo al edificio, estaba lista.